VIVIMOS con la mirada y los
oídos puestos en todo lo externo,
privándonos de escuchar nuestra propia
voz, cerrando los ojos a nuestra
belleza. Creando de nosotros una
copia exacta de alguna persona a la
que admiramos porque representa
todo lo que no somos, pero anhelamos
ser.

¿Queremos realmente
seguir guiándonos
por el “deber ser”,
contribuyendo a que
neguemos nuestro
poder de decisión, a
vivir culpables, con
remordimientos y
callando nuestro niño
interior?

Comencemos a desaprender.
Escuchándonos, dando atención a
nuestras percepciones. No existe
una fórmula mágica. Por ejemplo, la
manera en que lo viví fue viéndome
muchas veces ante un espejo y cada
vez me preguntaba, “¿quién eres?”. La
primera vez desvié la mirada, no duré
ni cinco segundos cuando ya estaba
haciendo otra cosa. La siguiente
ocasión me observe y me dije “soy
una licenciada, soy gerente de recursos
humanos, soy una hija, hermana,
esposa…” y callé. Así, volví al espejo
por tercera vez y al preguntarme
nuevamente ¿quién eres?, me
escuché decir: “¡simplemente eres!
Un ser humano que aprende a
conocerse, que comienza a verse
en sus propios ojos y no sólo en los
ojos de los demás; que siente mucho,
y aunque a veces no pueda ponerle
nombre a esos sentimientos, eres una
voz que hoy comienza a reconocer su
existencia”.

Dentro de nosotros
está una voz
que nos guiará
a validarnos,
sin necesidad
de depender del
reconocimiento
exterior para
sentir que
existimos.

El éxito y la belleza son cosas que
cada uno vive de manera distinta. Tal
vez puedo admirar la belleza de una
persona porque llamó mi atención la
seguridad con que se maneja, y no
tanto porque tiene una cara bonita.
Una persona puede ser exitosa, no
porque tenga dinero y esté rodeada
de aduladores y admiradores, sino
porque vive en paz, lleno de amor y
agradecido por su salud.

A partir de reconocer y aceptar que
nuestro ser es maravilloso, dejamos
de configurarnos y a mostrarnos sin
caretas.

Y tú, ¿ya te viste en el espejo? ¿Ya
aceptaste tu belleza sin juzgar tu
cuerpo, sin castigarte porque eres
“demasiado alto” o “muy bajita”?
¿Apreciaste que eres hermoso(a) sin
importar la edad, el sexo, el peso o
color de piel? ¿Reconociste tu valor
como persona sin ver tu cuenta en el
banco, la ropa que vistes o el carro
que tienes?

Que tus pensamientos sean positivos,
tus intenciones de amor y tus palabras
constructivas.

 

Por: Jessica Zavala
Especialista en Desarrollo Humano y
Organizacional – Instructora de Yoga
ENVIDATE
[email protected]