“CUANDO era joven leía casi siempre para aprender; hoy, a veces, leo para
olvidar”. G. Papini nos compartió aquella oración para conservarla y, lógicamente, valorarla. Pero, ¿qué tantos secretos se esconden en una frase cualquiera? A pesar de la transición a una “nueva era”, el mundo actual pierde piezas del rompecabezas inconscientemente.

Tiempo atrás, los investigadores científicos tenían ciertas restricciones,  puesto que la Iglesia Católica y su influencia en occidente u oriente, era  aliada gozosa de los imperios. Tantos como Galileo Galilei y Giordano Bruno (muerto en la hoguera) corrieron riesgos al postular sus descubrimientos, violados sus derechos, ¿tal vez se preguntaron si en otros lugares o tiempo sería igual? Sonará de película u orwelliano decir que, sigilosamente, el gobierno ataca a los investigadores para retrasar, lo más posible, el cuidado perfecto para sobrevivir. Igual Pico della Mirandola buscó la conciliación de las ideologías religiosas con sus novecientas tesis; se salvó de morir por herejía, pero su secretario se llevó la felicitación de los excelsos.

A partir de principios del siglo, han muerto o desaparecido alrededor de innumerables investigadores, por ejemplo Glenn Thomas, experto en SIDA y Ebola, desaparecido en el vuelo MH17 Malaysia Airlines; Mark Ferri,  ingeniero nuclear; James Miller, bioquímico; Fanjun Meng y Chunyang Zhang, anatomistas patológicos, que trabajaban en el hallazgo de relación entre  pesticidas y Parkinson.

Es posible que las teorías conspirativas alrededor del gobierno,  comúnmente el estadounidense, sean ilusiones hechas por irracionales; en cambio, Edward Snowden demostró lo contrario al publicar la información acerca de los sistemas de espionaje de la NSA a todo el mundo.

¿Qué se necesita hacer? En este asunto es óptimo detener estas ciegas   injusticias. Hay que revelarlos como  el caso Watergate (el fraude de la reelección del presidente Nixon) y los reportes del Boston Globe (acerca de los abusos a menores por parte de sacerdotes); como los robos de Salinas de Gortari y las marchas en París del ’68.

¿Cómo mantenemos estos problemas fuera de la oscuridad? Documentales y libros, menos llenos de locuras; fotografías y found footage. Hay veces   que las grandes corporaciones o sociedades secretas están tras bambalinas de estos sucesos. ¿Acaso no recuerda como alguna novela, acerca de conspiraciones, de Dan Brown? No hay que actuar dubitativo o desconfiado con este tipo de comentarios, la mayoría de estos hechos del pasado siguen respirando felices y contentos.

Monsanto es un ejemplo irrefutable para nuestras sospechas. Podría atribuirse a ésta los aviones que sueltan chemtrails en el cielo “cuando hace falta nubes”. Quizá su inspiración es la misma Bayer que en la década de los cuarenta contribuyó en IG FARBEN con el pesticida Zyklon B, utilizado en las cámaras de gas.

Quizá los fantasmas (de la Gran Ópera) que traman estos movimientos fueron aconsejados por tales instituciones, sean eclesiásticas o no, para purificar los “supuestos ataques” que se consideran imposibles por los incrédulos.

Que me sea libre decir que en el juego de la cuerda, somos empujados por una sobresaliente estrategia. ¿Estás feliz, maestro de la guerra, Sun Tzu? Ya ni siquiera en trabajos humildes se puede formar un espíritu independiente. Igual vivimos en una época llena de contradicciones; sea de paso, Nietzsche lo reflejó. Sin embargo, no hay que culminar las conclusiones en paradigmas populares que han intentado responder a su reputación. Los misterios harán su resonancia en poco tiempo, como se hizo con el caso de D. Casolaro.

A este periodista lo encontraron muerto en la tina del baño de un hotel, posiblemente un suicidio. Pero sus investigaciones se habían centrado en una conspiración con el nombre de “The Octopus”, donde un escándalo en Washington D.C. llegaba a decir que el gobierno tenía programas informáticos de Inslaw PROMIS ilegales, y que se pondrían a prueba para el espionaje en países extranjeros.

No lleguen a ilusionarse con emprenderse en una odisea extraña en busca de las pistas más recónditas del mundo. Estos mismos ilusionados pudieron haber fallado en la mitad de su ruta. Tal vez exista algún anciano nada estable que haya sido testigo de los avistamientos más extravagantes (tributando al personaje del viejo Mcgucket de Gravity Falls), quizá las ficciones de libros y películas sean la fantasía de alguien que anhela la verdad perdida en el tiempo acerca de nuestro alrededor.

Cada vez perdemos la fe en algo que intuíamos cierto,
que aparentaba vivir cerca del abismo, sobre los cielos y entre la duda. Cada vez hay más razones y motivos por los cuales debemos de estar cautelosos, “una verdad, al mismo tiempo es, una mentira”. Claramente el ser humano tiene que adaptarse a los cambios más repentinos, menos conocidos e ilógicos. Algunos ocultistas arguyen acerca de los efectos de constelaciones y que la energía del universo se trastorna a causa de sucesos inimaginables. Enigmas de civilizaciones perdidas, asesinatos en vivo en Oriente por parte de terroristas, desapariciones relacionados con Ovnis, encuentros con hombres vestidos de negro, rituales satánicos o criminales nunca capturados; nada más alguien que se atribuya el título de “arquitecto del universo”.

Bibliografía:
-Atlas de Filosofía (Editorial Océano), 2003
-CNN, 2013
-Top Secret: Lo que los gobiernos ocultan de
Santiago Camacho
-www.elholocausto.net

Por: Martin Chávez Castillo
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