EL FLÚOR es un residuo de la industria dado por la fabricación del aluminio, que en tiempos pasados sólo podía ser usado como insecticida y veneno para ratas, hasta que un estudio en 1930, financiado por la industria del aluminio señaló los supuestos “beneficios del flúor”. En la actualidad, el incremento en la prevalencia de enfermedades como el cáncer es alarmante. La mayoría no estamos conscientes de la cantidad de toxinas cancerígenas que absorbemos día a día, no solamente de los alimentos procesados sino por la piel, el agua y el aire que respiramos. Más de la mitad de los productos de belleza y limpieza corporal (cremas, desodorantes, maquillaje, barniz, jabón, shampoo, crema de afeitar, perfumes, pasta de dientes, enjuagues bucales, etc.) contienen este tipo de sustancias que nos enferman.

El flúor es el veneno casi tan potente como el arsénico; actualmente lo podemos encontrar en productos de uso diario:

Pastas dentales Enjuagues bucales Hilo dental Dentífricos (Usada por dentistas) Medicamentos antidepresivos Ollas y sartenes con Teflón Agua potable (algunas).

Por increíble que nos parezca, el flúor, aparte de prevenir las caries en un comienzo, las promueve a largo plazo, desgastando la dentina de los dientes, creando cambios de coloración, fragilidad dental, hasta rompimiento de las piezas dentales (fluorosis dental). Además; el flúor genera precipitación del calcio, lo que daña la estructura ósea y dental, provocando osteoporosis, y como consecuencia, ese calcio liberado se ve obligado a salir al torrente sanguíneo causando depósitos de calcio en arterias (arterioesclerosis), afecciones cardiacas, mineralización de músculos y tendones volviéndolos rígidos y dolorosos.

Al ser un tóxico general para el organismo, puede provocar cáncer óseo y tiroideo, además hipotiroidismo, fibrosis pulmonar, enfermedad renal, artritis, obesidad, infertilidad y déficit de atención.

Como el flúor existen miles de sustancias tóxicas que diariamente ingerimos en nuestro organismo. Es por eso que debemos informarnos acerca de cómo podemos disminuir su consumo, cambiando hábitos alimenticios, atendiendo nuestra salud de forma natural y buscar opciones de productos sanos para el cuidado del hogar y la familia. Empeza por cambiar a una pasta dental sin fluoruro que está a la venta en las tiendas especializadas que venden productos naturales y orgánicos. Así como disminuir los enjuagues bucales que contengan fluoruro diciéndole a tu dentista que prefieres no tenerlo porque el sabor no te agrada. Y también aumentar el consumo de agua alcalina, ya que el agua de muchas ciudades ya traen fluoruro aunque en cantidades bajas pero por el consumo frecuente de este vital líquido también podría haber consecuencias.

Por: Dra. Melissa Lucía Haro V.
Tépetl Centro de Medicina Integradora