EL AÑO pasado, México consumió 14 % más cerveza, pero sólo 8 % más agua, durante el verano. Si recordamos que la principal función de la sed es motivar la rehidratación, sabremos que el consumo de bebidas azucaradas o alcoholadas es un atentado contra la naturaleza.

Los líquidos son
para hidratar,
no para nutrir. El
consumo de calorías
bebidas es la principal
causa de sobrepeso y
obesidad en México y el
mundo.

Si volteamos hacia nuestra historia, México ha consumido siempre derivados del maíz y grasas de origen animal. ¿Qué distingue al México de entonces del México de hoy, además de su sobrepeso y obesidad? El consumo de calorías líquidas.

En la década de los 80s, la venta de bebidas azucaradas y alcoholadas industrializadas se disparó con el crecimiento de la
industria y la descentralización de las distribuidoras y comercializadoras, así como con la consolidación de las cadenas de venta al mayoreo y menudeo en las periferias de nuestro país, que facilitó la llegada de las grandes marcas nacionales y extranjeras a los mostradores de supermercados, mercados, tienditas de colonia, puestecitos de calle y vendedores de crucero.

Basta con visitar “la línea”, la garita internacional Tijuana-San Ysidro, para darse cuenta de lo fácil que es comprar un refresco de cola de vidrio, lata o botella; con sus respectivos 237, 355 y 600 ml y sus respectivas 100, 136 y 252 calorías; por su respectivo 1, 1.5 y 2 dólares. A todos se nos antoja un refresco helado en tiempos de calor, pero pocos nos detenemos a pensar que “hidratarse” con una bebida con glucosa y sodio es el método menos estratégico y saludable para “quitarse la sed”, ya que tanto el azúcar (glucosa) como la sal (cloruro de sodio) son moléculas que aumentan la “densidad” de la sangre, perpetuando la liberación de la Hormona Antidiurética, la hormona que provoca la sed y la retención de agua en los riñones.

Para quitarse la sed,
lo único que sirve es el
agua natural y el agua
mineral. Si a alguien
no le agrada la falta de
sabor, puede uti lizar
rodajas de pepino o
cualquier vegetal para
poner a infusionar
el agua 5 minutos
antes de beberla.

                         

El consumo de bebidas azucaradas no sólo atenta contra la fisiología (el funcionamiento del organismo), sino también contra la economía. El llenado de un garrafón de 20 litros de agua natural cuesta, en promedio, 8 pesos; mientras que una lata de 1/3 de litro de refresco cuesta esos mismos 8 pesos, incluyendo el controversial Impuesto a las Bebidas Azucaradas, que nadie sabe a dónde va. En otras palabras, 1/60 parte de bebida calórica cuesta lo mismo que 60/60 partes de agua natural, y esto se debe al fenómeno del envase.

Cuesta más fabricar la lata, la botella, la caja pequeña, el plástico, la plataforma, la caja grande y el contenedor en que se envasan, transportan, distribuyen y comercializan las bebidas industrializadas, que las propias bebidas industrializadas. Los refrescos y otros líquidos con azúcar o alcohol malnutren, empobrecen y contaminan.

Basta con visitar cualquiera playa de México después de Semana Santa o vacaciones de verano, para constatar que el destino del envase es la arena. Lo que no se puede observar a simple vista es que el destino de la caloría, incluyendo el alcohol, que aporta 7 calorías por cada gramo, es el tejido adiposo de los vacacionistas, que reciben el otoño con hasta 5 kilos de más por gusto, hábito o ignorancia. En su caso, por lo menos, la ignorancia ya no es justificación. 

A disfrutar el verano con agua sin calorías.

 

 

 

Por: Dr. Octavio Villalobos
Fundación Dr. Octavio Villalobos, A.C.