Hoy en día, el ritmo de vida tan acelerado no nos permite analizar muchas veces lo que estamos comiendo. Buscamos alimentos que sean fáciles de preparar, o peor, que ya estén listos para comer. Así que recurrimos a las comidas rápidas listas desde una ventanilla o de pie en una banqueta; aunque estamos olvidando el objetivo real de los alimentos, esto es, mantenernos vivos y sanos.

Muchos podrán alegar el placer del gusto y textura de los alimentos, y no se niega que es un factor imprescindible.

El deleite que obtenemos al comer alimentos altos en carbohidratos y/o grasas tiene un sustento fisiológico, además existe todo un “soporte” cultural en el que se nos ha condicionado a creer que determinada cantidad y tipo de proteínas, por ejemplo, son indispensables para crecer sanos y fuertes.

Lo cierto es que hoy contamos con gran cantidad de estudios clínicos, de gran peso científico que nos demuestran que existe una definitiva, asimismo una contundente relación entre lo que ponemos en nuestra boca y las enfermedades que desarrollamos; en especial el Cáncer, y en el caso del de mama, que tanto ha afectado a nuestro país, es debido tanto a la cantidad de proteínas de origen animal que se consume (leche, queso, yogurt, pollo, pescado, puerco, res, borrego, etc.), así como a la gran ingesta de grasas.

Sí, esas temibles grasas que nos “engordan” o a aquellas que pudiéramos suponer son “buenas”, están directamente relacionadas con el nacimiento del cáncer en la mujer.

La dieta común incluye un consumo de 35% de grasas de varios tipos, principalmente dentro de las carnes y lácteos sumado a como mínimo 70gr de proteína magra diaria; pero esto supera hasta 10 veces lo que los estudios clínicos demuestran es el límite para no enfermar de cáncer. Debemos consumir no más de 7gr diarios de proteínas al día, mientras que la dieta americana sugiere 70gr o más.

Este consumo desmedido de proteínas y grasas provocan que los niveles de colesterol y de hormonas femeninas en  sangre sean elevadas, provocando una menarca precoz (primera menstruación) y una menopausia tardía, siendo los factores potenciales para la generación del cáncer.

El origen de estas grasas y proteínas también es importantísimo. Al excedernos de 7gr diarios de proteína animal los “genes del cáncer” despiertan; mientras que si consumimos lo mismo pero de proteínas vegetales, éstos siguen “dormidos”.

Eliminar las proteínas y las grasas de origen animal es el principal escudo en contra del Cáncer de mama, es la mejor prevención, la más efectiva profilaxis. Por lo que llevar una dieta vegana al menos en un 85% es el camino más fácil y económico para la prevención del Cáncer de Mama.

Bibliografía:
El Estudio de China; T. Colin Campbell & Thomas M. Campbell II, págs109-133, Editorial Sirio

Por: Dra. Lupita Haro
FB: Tépetl Centro de Medicina Integradora
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