¿Qué hace una psicoterapeuta hablando de nutrición? Puede hablar de inteligencia, de conductas, de emociones y pensamientos; pero ¿de nutrición?

Sí, hoy quiero hablarles de nutrición. No porque sea nutrióloga, sino porque he aprendido y observado cómo los alimentos influyen no sólo en nuestra
salud física, sino también en nuestra salud emocional y mental.

Ahora se le ha dado el nombre de “segundo cerebro” al intestino, pues además de contener cerca del 70% de células de nuestro sistema inmune, también en él se producen neurotransmisores. De hecho, se calcula que el 90% de la serotonina se encuentra en el intestino. Así como la serotonina,
se encuentran en el intestino muchas de las sustancias que ayudan a que
nuestro cerebro funcione.

Desde que era pequeña me ha gustado mucho aprender. Mis lecturas favoritas eran los
cuentos, las enciclopedias (que ya están casi extintas), los recetarios de mi mamá y los libros de medicina de mi papá. Aunque a él no le gustaba que agarrara sus  libros porque decía que se maltrataban, yo me las ingeniaba para estar leyéndolos; obviamente no les entendía, pero fui aprendiendo muchas palabras que ya con más edad llegué a comprender.

Me encantaba hacer experimentos y cocinar, entonces me daba cuenta
que había alimentos que me hacían sentir cansada, otros me aceleraban, unos me ponían de malas y obviamente otros sentía que me elevaban al cielo como los postres. Lo único malo era que el efecto duraba muy poco y después quería más.

Pero algo en mi interior me decía: ¿y si en vez de azúcar usas miel? ¿Y si no tomas refresco y haces un agua fresca? Sí, yo era la niña rara que siempre leía etiquetas; que si algo no me gustaba, no me lo comía; que hacía postres con frutas (por cierto los vendía en la escuela y apenas estaba en la primaria) y que tomaba aguas frescas, ¡y Kombucha! Hasta la fecha soy la rara, y mi familia y amigos pueden constatarlo. Pero encontré que mi rareza también podía usarla como unas antenas que me guiarán para
reconocer qué es lo que mi cuerpo requiere para tener salud. Puedo asegurar que las ocasiones en donde he bajado esas antenas y he comido algo sólo por comerlo, por algún asunto emocional, por no hacer sentir mal a otra persona o sólo por probar para ver qué pasa, no me ha ido bien.

¿A qué me refiero? A lo que comentaba hace un rato: siento cansancio, pesadez, subida de peso, ansiedad y una serie de síntomas que me dejan un malestar físico, mental y emocional. Claro, esto en ocasiones puede ser casi inmediato o puede irse acumulando hasta terminar en alguno de los síntomas que mencioné. Así me pasa, pero igual tú lo vives diferente o tal vez no has escuchado a tu cuerpo y no reconoces aquello que le hace bien y aquello que no.

Yo creo que cada persona es diferente. Tenemos una BIOINDIVIDUALIDAD, y eso mismo es lo que hace que tengamos diferentes reacciones ante lo que comemos; mas también creo que una vez que elegimos comer o tomar algo, no podemos tener el control completo de como reaccionaremos.

Ahora me explico y retomo lo que les platicaba al principio: nuestro intestino es un segundo cerebro.

Así como tenemos una huella digital única, así en nuestro intestino tenemos una huella única que está formada por microorganismos (microbiota) necesarios para mantener nuestra salud.

Como todos los organismos, también tienen la necesidad de comer para mantener su propio ciclo de vida, del cual en gran medida dependemos para también mantener nuestra vida. Justo allí es donde nosotros ya no tenemos el control, porque así como nos alimentamos, también alimentamos a esos microorganismos.

El problema es que no conocemos ni estamos conscientes que al alimentarnos, gran parte de lo que comemos es aprovechado por esos
microorganismos; que si no están en equilibrio (como es el caso de la mayoría de las personas), entonces en vez de promover la salud,
nos estarán causando reacción, síntomas o enfermedades.

Aquí es donde entra el concepto de inteligencia nutricional. Howard Gardner clasificó 8 tipos de inteligencias. Creo que es posible que haya más, incluyendo la nutricional.

La Dra. Magda Carlas dice que las personas con inteligencia nutricional saben elegir entre todas las posibilidades de alimentarse.

Yo creo que es cierto, es un escuchar:

– Lo que el cuerpo requiere,
– Como lo quiere,
– Para qué y
– Cuándo lo quiere

Los bebés y recién nacidos lo saben muy bien, pero con el paso del tiempo somos los
adultos los que no les permitimos seguir con esa inteligencia. Pondré algunos ejemplos: darle refresco en el biberón o bebidas
azucaradas, decidir cuándo deben de comer, castigar y premiar con comida, obligarlos a comer algo que no les gusta, etc. Así es como nos empezamos a olvidar que tenemos un regulador interno.

¿Recuerdan que casi al principio les hablaba que cerca del 90% de la serotonina se encuentra en el intestino? Bueno, pues esta sustancia es la que se encarga (entre muchas otras funciones) de mantener nuestro estado de
ánimo alegre y estable. Un bajo nivel de serotonina se ha observado en personas con depresión, Parkinson y enfermedades neurodegenerativas.

Si tenemos a alguien cercano que haya presentado estas enfermedades y observamos cuál ha sido su estilo de alimentación, tal vez podamos identificar que no tienen hábitos saludables en cuanto a la comida se refiere.

No estoy hablando de todos los casos. Sin embargo, ha sido tan marcada esta frecuencia que actualmente se está investigando para llegar a conclusiones más sólidas sobre el efecto de la alimentación, la microbiota y la salud física, emocional y mental.

Escucha a tu cuerpo porque no eres lo que comes, eres lo que digieres y das de comer a tu microbiota.

 

Por: Gabriela Noriega
Lic. en Psicología Clínica | CETYS Universidad
Maestría en Terapia Gestalt, Terapia de 7 Campos
Nutrición Clínica Avanzada ICNS
www.lavidasimpleynatural.com
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