PARA CONOCER el origen de las plantas que conforman nuestros jardines, habrá que remontarnos al siglo XVIII en Europa, con el esplendor de la arquitectura renacentista que integraba en sus majestuosos edificios grandes extensiones de áreas verdes compuestas por jardines, fuentes, espejos de agua,plantas estatuas y largos andadores propios de aquella época que reflejaban opulencia y poderío. En ese entonces existía un constante tráfico comercial marítimo hacia América, en donde, además de tantas riquezas que se descubrieron como el café y el chocolate, las plantas medicinales y ornamentales fueron de suma importancia para los botánicos europeos, habiendo transportado una gran variedad de especies en planta y semilla para propagarlas en Europa y al mismo tiempo se introdujeron especies europeas en América. Algunas fueron comestibles (el higo, la vid y el olivo), mientras que de las ornamentales (árboles, arbustos y flores), destacaron el sauce llorón, el árbol de magnolia, los rosales y los jazmines.

En contrapeso a esta situación ambiental aparentemente desfavorable, tenemos que en nuestras tierras existe una rica variedad de plantas nativas y endémicas de alto valor estético y sustentables, estudiadas desde hace varias décadas por botánicos e investigadores de todo el mundo.

A pesar de la situación geográfica tan distante entre ambos continentes la similitud en los ecosistemas y las precipitaciones pluviales abundantes favorecieron al desarrollo y aclimatación de las plantas, provocando así un gran esplendor paisajístico en la arquitectura del virreinato en México. Posteriormente, en el siglo XIX, los desarrollos urbanos crecieron en forma acelerada pero no ocurrió de la misma forma con las áreas verdes. Si nos ubicamos en Baja California actualmente, podemos evidenciar que se han replicado los conceptos en jardinería del interior de la república mexicana y del estado de California en Estados Unidos. El problema estriba en que nuestra situación geográfica, al tratarse de una península de clima semidesértico, significa una desventaja para el mantenimiento de las aéreas verdes de plantas introducidas. Lo lamentable es que en ocasiones estas plantas nativas pasan desapercibidas sin asombro del paisaje que nos dan en las diferentes estaciones del año y en los diferentes ecosistemas que se pueden apreciar cuando viajamos. Ahí está la clave para revivir los espacios verdes, entre ellos los parques que lucen tristes y enfermos por la falta de mantenimiento adecuado debido al alto costo del agua y de los nutrientes que se requieren para aparentar que las plantas están en su habitat de origen. Cambiemos nuestra mentalidad, amemos lo nuestro que con muchas plantas introducidas empatan, logremos una identidad propia, mantengamos una buena economía y así mejoraremos la salud pública en nuestras ciudades.